”Ciertamente con tus ojos miraras y veras la recompensa de los impíos.” Salmo 91:8
Dios es nuestra protección, un refugio cuando tenemos miedo. Él es nuestro protector y estamos seguros que nos sacara de toda clase de peligros y temores de la vida. Debemos tener mucha fe y confianza en Él y para hacerlo debemos habitar y morar como lo dice el Salmo 91:1 “El que habita al abrigo del altísimo morar bajo la sombra del omnipotente”.
La justicia de Dios llegara para todos y cada uno de nosotros debe ser juzgado de acuerdo a nuestras forma de vida, comportamientos y acciones. A veces Dios permite que continuemos con nuestra necedad o rebeldía, igual que los Israelitas, ellos siguieron siendo ciegos, necios egoístas cuando debían ser obedientes y cumplir los mandatos de Dios.
Dios quiere que seamos sensatos y volvamos a nuestros cabales. Él no nos impide revelarnos si lo queremos hacer, porqué Él solo quiere que aprendamos y conozcamos pero las consecuencias del pecado vendrán como decimos “la factura” pero que bueno que Dios dice en su palabra que si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de todo, también nos dice que aborrece el pecado, pero que ama al pecador. Dios usa estas experiencias y otras para evitar que cometamos otras mayores. Debemos tener Fe en Él.
Dios es nuestro justo juez, juzga al malvado que trata con injusticia a los demás, porque Él defiende al débil, al huérfano, al menesteroso, al afligido, a la viuda. Dios mismo es el estándar de justicia y todo lo que Él haga es justo.
Sigamos esperando la justicia de Dios pacientemente y Él se inclinara a escuchar nuestro clamor, aún hay tiempo. Hagamos el trabajo que Jesucristo nos ha encomendado con amor, obediencia, misericordia y sobre todo por nuestro prójimo, aquel hombre o mujer oprimida, triste, necesitado del Amor de Dios y con la ayuda del Espíritu Santo sigamos a la espera. Su Justicia y su misericordia es la esperanza de los que aguardamos en Él.