El propósito del creyente.

La iglesia debe tener presente que somos creados por Cristo y para Cristo, que tenemos un plan previamente establecido, por quien nos creó.

Los creyentes debemos manifestar las verdades que nos han hecho libres, a otros a fin de que otros también anhelen servir al Señor.

Ya que Dios ha cumplido su promesa al enviar al Mesías, quien cumplió su obra a cabalidad, corresponde a los redimidos, hacer la tarea, para que el reino de Dios sea establecido con poder en los que aún están esclavos, con un mensaje de esperanza en un mundo que sufre la desigualdad, incertidumbre, la injusticia, la impunidad, el dolor, la pobreza, discriminación, desilusión, deseo por los placeres, el exceso de amor por sí mismo, falta de solidaridad de los demás, practica el culto al cuerpo, recibe las consecuencias de los cambios climáticos, víctimas de la inseguridad porque la maldad se ha multiplicado, carentes de afecto, en medio de familias destrozadas, toca convivir con personas que padecen problemas de comportamiento donde abunda la depresión, la neurosis, la esquizofrenia, entre otras, el suicidio es una alternativa que muchos han contemplado y muchos también lo han llevado a la práctica, la intolerancia es común, las carencias económicas y la pérdida de la salud se ha incrementado tanto que el diagnóstico de cáncer se ha multiplicado en la población y también la comunidad se queja del servicio deficiente en materia de salud, que ofrecen las entidades destinadas para ello.

En esta sociedad abundan diferentes tipos de maldad, donde los ciudadanos son vulnerables y las autoridades competentes no defienden sus derechos, lo cual produce raíces de amargura, dolor sufrimiento, mas odio, mas deseo de venganza, por lo tanto más alejamiento de Dios y su palabra.

Lo que Dios quiere es lo contrario, relaciones armoniosas, seres humanos nuevos, renovados por medio de su palabra, que reciban la reconciliación que El mismo proporcionó, que estén dispuestas a amarlo y a seguirlo, para hacer conforme con su voluntad de llevar el evangelio a toda criatura, sin acepción de personas, sin distingos de clase social, o condición humana, inclusive grupos marginados de la sociedad, personas vulnerables. Para ello, según lo que dice hechos 1:8, nos ha dado poder. Debemos tener la certeza de que El, puede hacer nuevas, todas las cosas.

Contamos con todo el potencial, para el desarrollo de la obra, Dios no nos encargaría una misión, que no pudiésemos cumplir, nos ha perdonado, nos ha limpiado, nos ha sacado de la esclavitud a libertad, nos ha habilitado y capacitado para la obra, no hay razón para no dedicar tiempo a la misión de hacer discípulos.