Depende de quien tú dependas.

En la soledad de un despertar frente al esplendoroso amanecer, con un cielo de tintes rosados lleno de esperanza, medité en mi oración matutina, ¿cómo puedo ser feliz? y me fijé esta premisa: «Depende de quien yo dependa».

Así es; En Mateo 5:1-12 Jesús nos muestra que somos bienaventurados los que nos hemos apropiado de las virtudes del reino que Él nos ofrece y se hace sencillo cuando comprendemos que para Jesús ser feliz significa el gozo sobrenatural que resulta de la comunión con Dios, cuando andamos en sus caminos.

Mateo 5:3 dice: «Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos» en otra versión: «Afortunados los que reconocen su necesidad espiritual, Dios bendice a los que se dan cuenta de la necesidad que tenemos de Él, o de aquellos que confían totalmente en Él».

1. Humildemente dependo de Dios, no de mí. Cómo puedo esto? Porque dependo de su Sabiduría y no de la mía; entonces escucho lo que Dios me dice que haga, pongo atención y y hago lo que Él me dice que haga. Proverbios 3:5-7 nos insta a que confiemos en el Señor con todo nuestro corazón y no de nosotros, que busquemos hacer su voluntad y en nuestro temor reverente nos alejemos del mal.

2. Dependo de la fuerza de Dios no de la mía. Nuestras fuerzas son limitadas, las de Dios son infinitas. En Isaías 40:31 dice «Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas, volarán como las águilas; correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán» NVI. Eso quiere decir que iré en la valentía del Señor Salmos 71:16.

3. Dependo del tiempo de Dios, no del mío. Vamos a pasar la mayor parte del tiempo de nuestra vida en la sala de espera de Dios, por lo que debemos aprender a confiar en Él, mientras trabaja en nuestros asuntos. «Más yo en Ti confié….» Salmos 31:14. Nuestra naturaleza humana y la cultura que nos rodea nos dice no esperes y otras tantas mentiras, «Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor, yo espero….» Miq. 7:7

4. Dependo de la protección de Dios, no de la mía. Deja que el Señor sea tu Defensor, no digas nada, como Jesús cuando fue atacado; En 1P.2:23 » sino que encomendaba la causa al que juzga justamente» y también «Felices los que buscan protección en Dios» Sal.2:12. Glorificado sea Dios.