Algunas cosas que impiden vivir la vida abundante.

El Señor Jesucristo dijo que había venido para que tuviéramos vida en abundancia, según lo que nos dice Juan 10:10, y eso no quiere decir una vida sin problemas, donde todas las cosas funcionan bien y a nuestro favor, donde todo es dicha y alegría. En el sermón del monte nos habla de las bienaventuranzas (felicidades), a pesar de… o más bien en medio de las situaciones más difíciles que pueda tener una persona, cuando es perseguida, cuando tiene motivos para llorar, cuando es víctima de la injusticia y así por el estilo. Nosotros en nuestro diario vivir a veces nos olvidamos que todas las cosas ayudan a bien, a los que amamos a Dios, pues en todas hay un propósito, que Él pone a nuestro favor. Tampoco podemos olvidarnos que Dios siempre está con nosotros, que no nos dejará, ni nos desamparará. Lo que vamos a ver ahora son aquellas actitudes debemos poner delante de Dios y descansar en El, para que vivamos la vida abundante a la que hemos sido llamados.

-Perder el propósito por el cual fuimos llamados, nuestro valor más importante no depende de lo que somos (material o económicamente hablando) o de lo que tenemos, vivir en función de los demás, en un mundo de apariencias o queriendo impresionar a las personas, comparándonos con ellas o estar pendientes de generar un buen concepto nuestro, en otros. No nos podemos olvidar somos hijos de Dios y hemos sido creados por Cristo y para Cristo, con propósitos definidos. Estamos aquí por algo, no por casualidad.

– no tener dominio propio y permitir que nos gobiernen la ira, el dolor, los celos. Todo esto lo debemos poner delante de Dios, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio 2 Tim 1:7

– Esperar más de los demás, tener expectativas más altas de otros, sin mirar que cada quien está librando sus propias batallas, y tiene sus propias debilidades

-El temor, dice la palabra de Dios, que el temor pone lazo (Prov. 29:25), nos puede mantener atados, pero el perfecto amor echa fuera el temor (1Juan 4:18)

– Ser solamente oidor y no hacedor de la palabra. Cuando Dios nos habla debemos guardar su palabra y ponerla por obra, cuantas advertencias hemos recibido, cuantas veces se ha manifestado Dios a través de las prédicas, o a través de la consejería de los que están en la iglesia para hacerlo.

Si nos sentimos sin propósito, gobernados por las emociones, tratando de que otros se muevan conforme con nuestras exigencias, frustrados, llenos de temor por las circunstancias, entonces es hora de poner en práctica la palabra de Dios en nuestro diario vivir, hay poder en el Nombre de Jesucristo para salir victoriosos y disfrutar la vida abundante que El prometió.