Poner nuestra confianza en Dios es creer verdaderamente.

Uno de los pasajes Bíblicos que más me gusta es Isaías 26:3 «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.»

Poner nuestra confianza en Dios, es creer verdaderamente que en El estamos a salvo, el mismo Jesús dijo «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14:27), nuestro corazón se angustia cuando vemos maldad en el mundo, cuando la injusticia afecta a nuestra vida y nuestro país, cuando tenemos persecución por nuestra fe, cuando parece que todo está en contra de nosotros, sin embargo la biblia nos enseña:

«El que quiere amar la vida Y ver días buenos,… apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala. (1 Pedro 3:10-11). La pregunta es: ¿cómo debemos buscar la paz, que es la paz?, La Biblia enseña que la verdadera paz solo la encontramos en Dios: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. (1 Tesalonicenses 5:23-24).

Dios es la fuente de paz, aquella paz a la cual todos hemos sido llamados, a reconciliarnos con Dios, a volver como el hijo prodigo a la casa de mi Padre Celestial. La biblia enseña: «ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz.» (Efesios 2:13-14). Cristo es nuestra paz, y en Cristo ya no tengo temor, recordemos que el apóstol Pablo escribió: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.» (Romanos 8:35-39).

Así que si perseveramos en Jesús, sabiendo que estamos en El, desde hoy y para siempre, entonces no temeremos mal alguno, porque ya sea que vivamos o muramos, sabemos que esa es la voluntad del Dios mismo, buscaremos con amor pasión y animo el vivir y vivir conforme a la voluntad de Dios amando a nuestro Señor con todo nuestro corazón y nuestro prójimo y descansemos siempre en sus promesas.

«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.» (Juan 14:1-3).