“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7)
Cuando Dios escogió el polvo como materia prima para hacer al Hombre (Génesis 2:7), no tuvo que preocuparse de que se agotara. Según Hannah Holmes, autora de The Secret Life of Dust [La vida secreta del polvo], «entre mil y tres mil millones de toneladas de polvo del desierto ascienden al aire anualmente. Mil millones de toneladas llenarían catorce millones de vagones de un tren que rodearía seis veces el ecuador de la Tierra».
Es interesante notar que la mayoría de nosotros se sienta tan orgulloso por su apellido, linaje o ascendencia, como pensando que es especial o fue hecho de una manera especial, ya que al final todos venimos del mismo polvo y en polvo nos convertiremos después de morir.
De qué sirve tanto afán por acumular cosas, títulos, reconocimientos etc., también se harán polvo al final.
El polvo es gratis, nadie tiene que comprar polvo, ya que todos tenemos más del que deseamos. En mi casa, lo ignoro lo más que puedo. Razono: Si no lo molesto, no se nota. Pero, a la larga, se amontona hasta el punto en que no puedo simular que no está. Entonces, tomo los materiales de limpieza y empiezo a quitarlo de donde encontró su morada.
Al limpiar el polvo me doy cuenta que Dios tomó algo sin ningún valor, el polvo, y lo convirtió en algo valioso… tú, yo y todas las demás personas, (Génesis 2:7), nos convirtió en una artesanía, en algo útil; prefirió trabajar con nosotros para darnos un uso que desecharnos como basura y desperdicio que es el polvo.
Que Dios haya usado polvo para crear a los seres humanos me hace pensar dos veces antes de catalogar de despreciable a alguien o algo. Primero porque al igual que Yo esa persona es creación de Dios y Segundo porque su presencia puede ser beneficiosa para mí, a lo mejor el Señor necesita perfeccionar algo en mí, o que aprenda algo que hará de mí una mejor creación. Quizá eso mismo de lo que quiero librarme (una persona o un problema que me molesta) sea el material artístico que Dios está usando para mostrar su gloria.
Tengamos sobre nosotros el justo valor; somos polvo, nada valioso, pero en las manos de Dios somos materia prima para hacer arte, cada uno de nosotros. Miremos siempre con amor y misericordia a nuestro prójimo (PRÓXIMO), tenemos mucho que enseñarle, pero mucho más que aprender de ellos.