Una carga demasiado pesada en los hombros.

Hebreos 12:1-5 «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él».

El 10 de agosto de 1628 fue una fecha oscura para la historia naval de Suecia. Ese día, la corbeta real Vasa zarpó en su viaje inaugural. Después de dos años de construcción, lujosamente adornado y con 64 cañones, el orgullo de la flota naval sueca se hundió a un kilómetro y medio de la costa. ¿Qué falló? La carga era demasiado pesada como para que pudiera navegar. El exceso de peso llevó al Vasa al fondo del mar. Este hecho histórico puede compararse con la vida del cristiano, a veces, también nos hundimos por exceso de equipaje.

¿Y cuál sería ese exceso de equipaje?
El exceso de equipaje tiene que ver con todo lo que cargamos, traumas infantiles, una infancia sin amor, recuerdos tristes que no nos dejan crecer; pero recuerda, Jesús tomó, cambió y limpió tu vida para que, en Cristo, todas las cosas viejas pasaran y todo fuera hecho nuevo. (II Corintios 5:17). Aprópiate de esta palabra y no dejes que «el exceso de peso» haga naufragar el barco de tu vida.


Otros siguen atrapados en pecados de su vida no cristiana: pornografía, orgullo, mentira, deshonestidad, agresividad etc., y luchan cada día para superar estos problemas, pero lo hacen en su propia fuerza y así nunca podrán ganar. Aprende a entregar todo a esto a Dios y deja que él sea fuerte por ti, dile al Señor en oración que tú no eres capaz de manejar y solucionar estos pecados, que sea el quien tome poderío sobre ellos, veras que en poco tiempo tu vida comenzara a cambiar y tu conducta cambiara también.

Otros no han podido descansar sus preocupaciones y su vida en Jesús y siguen llenos de dudad y desconfiando del poder de Dios en sus vidas y del plan que Dios tiene para ellos
No dejes que situaciones como esta pandemia te alejen del plan de Dios sobre tu vida, recuerda que Dios esta sobretodo.

Para animarnos en nuestro andar espiritual, Hebreos señala: «despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:1-2).

A veces nos concentramos en hacer cambios en el exterior de nuestras vidas, como maquillaje, pero olvidamos que Dios lo que mira es el corazón. Como el barco lujosamente decorado, podemos impresionar exteriormente a los demás, pero, si el pecado nos agobia en lo interior, nuestra perseverancia puede verse afectada. No obstante, hay un remedio: al descansar en la guía de Dios y el poder del Espíritu Santo, nuestra carga puede aliviarse y la perseverancia fortalecerse.

Recordemos que el perdón y la gracia están siempre a disposición del peregrino espiritual, y que lo único que debemos hacer es pedir ser perdonados y cambiar nuestra forma de actuar (Mateo 7:7-11)
 

Concentrémonos en el final del camino, en la meta, donde esta Jesús.