hace algunos años conocí a una mujer que se encontraba interna en el hospital Universitario del Valle, desde allí empecé a predicarle la palabra de Dios. Era la única salida a todo el episodio que estaba viviendo porque no tenía esperanza de volver a caminar ni de poder hablar. Además se había deteriorado el oído y la visión, es más se temía por su vida y solo la visitaba una amiga con la que había estado conviviendo en los últimos meses, porque parientes no tenía en la ciudad. Su hijo de aproximadamente 6 años, lo tomó bienestar familiar y le dio un hogar sustituto, en espera de su recuperación o por si ella llegara a fallecer.
En este estado de cosas ella aceptó la invitación del Señor de entrar en su corazón y comenzó a creer en Él. Dios escuchó su oración y tuvo misericordia de ella, empezó a restaurarla en un proceso que aún no termina y a pesar de que no ha encontrado a su familia y que por su limitación física (ceguera) no puede desempeñarse laboralmente, nunca ha estado desamparada ni sola, siempre Dios ha colocado personas que le acompañen y ha provisto para todas sus necesidades a través de gente que se ha dispuesto para ello.
Hacía tiempo no la veía porque primero perdí el contacto con ella pues el hogar donde estuvo después de su hospitalización, se cerró, pero un día encontró mi número de móvil y me ubicó, desde ese entonces hemos hablado por este medio, ella vive muy lejos de donde yo estoy y por mis ocupaciones no había podido visitarla, y pensé que en diciembre tendría un tiempo, pero no fue así.
Cada día tuve algo que hacer y así fue pasando cada día. Hace unos días después de hablar con ella le comuniqué al Señor mi deseo de visitarla, le pedí que me diera lo que a mi juicio debía llevar y también disponer del tiempo y que no veía la posibilidad para el fin de semana próximo, pero que me ayudara con todo esto y así fue Dios respondió de manera contundente, tuve el tiempo y los recursos para la visita que fue de mucha bendición, porque me permitió compartir con ella, evaluar otros aspectos de su vida para orar, darle mucha esperanza en Jesús, y me acercó a una amiga de ella con una gran necesidad, quien hizo la oración de fe y también recibió con gozo el mensaje de esperanza que tiene el Señor en su palabra, la invitación fue a congregarse.
Cuando me despedí de ellas sentí nostalgia como si no quisiera que ese momento se hubiera terminado pero también experimenté el gozo de recordar que Dios obra a través de nosotros, por supuesto si se lo permitimos.
Las experiencias evangelistas, las podemos vivir todos los días y varias veces al día, esta se ha escrito para que recordemos el mensaje del Señor que está en Mateo 28: 19 y 20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”