Uno de los mayores problemas del ser humano es el egoísmo. Desde que nacemos se va manifestando una actitud individualista donde solo importan nuestras necesidades y deseos. A medida que crecemos vamos aprendiendo a convivir con otros, aun así se nos dificulta dejar la naturaleza egoísta. Muy en el fondo del corazón, el ser humano solo piensa en si mismo.
Cuando tomamos la decisión de unir nuestra vida en matrimonio con otra persona traemos un poco del egoísmo que desarrollamos desde la infancia, así que el primer reto de pareja será aprender a cambiar el enfoque individual por el de pareja. La Biblia dice «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». Génesis 2:24.
Normalmente nos esforzamos y trabajamos duro para alcanzar los sueños y anhelos personales, pero ahora que somos «una sola carne» con nuestro cónyuge, y por lo tanto debemos priorizar la satisfacción de la pareja por encima del deseo individual.
El matrimonio es un pacto legal respaldado por Dios, donde dos personas se comprometen a amarse y velar el uno por el otro y acuerdan permanecer juntos en circunstancias difíciles o favorables. Se comprometen además a trabajar juntos por un nuevo proyecto llamado familia y de cierto modo se obligan a dejar de lado el individualismo.
En este tiempo, muchos matrimonios renuncian al pacto que realizaron por motivos insignificantes, por desacuerdos o por que se aburrieron con la pareja, sin embargo Jesús dejó claramente expresada su opinión sobre el divorcio por cualquier causa: «Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre». Mateo 19:4-6.
Los consejos del Señor no siempre son de nuestro agrado, pero siempre aseguran la satisfacción individual y de la pareja. El pacto matrimonial es un compromiso serio que lleva el sello de Dios, indiferente si se practicó en una notaría o mediante una ceremonia religiosa, por esta razón debes tener claro que Jesucristo respalda tu matrimonio y puede ayudarte a rescatarlo si se encuentra en dificultades.
Te invito a reflexionar sobre tu matrimonio y ha tomar acciones correctivas si has actuado de forma egoísta. El siguiente autoexamen puede resultar útil:
1. El pacto matrimonial no busca solo la felicidad propia, sino también la del cónyuge.
¿Como superar el egoísmo propio y el individualismo de la sociedad que influye en nosotros?
2. La permanencia del pacto no debe depender solo de la apariencia física del cónyuge.
¿Cómo mantener las promesas mutuas de compromiso, amor incondicional, y perseverancia?
3. El pacto se afianza en el principio de «dar como paso esencial para recibir».
¿Quien debe aprender a ceder cuando hay conflicto de intereses en el hogar?
4. Los compromisos adquiridos en el matrimonio no son un juego.
El cumplimiento de los acuerdos del pacto matrimonial, ¿son consejos o son una obligación?
5. Los seres humanos somos susceptibles de cometer errores e incluso podemos lastimar a quienes amamos.
¿Estas enfocándote solo en los errores y debilidades de tu pareja y le restas importancia a los tuyos?
6. El pacto supera las dificultades a través del perdón mutuo siempre y cuando exista arrepentimiento sincero.
¿Quien debe dar el primer paso para superar una dificultad? ¿Que pasa si el ofensor no pide perdón? ¿Qué pasa si ambos se acusan de la culpabilidad de una situación? ¿Qué tanto de tu ego estás dispuesto a sacrificar para resolver un conflicto matrimonial?
7. El hombre y la mujer tienen distintos roles y diferentes responsabilidades en un matrimonio.
Cómo hombre ¿eres el responsable de llevar las riendas de tu hogar? ¿Tu esposa se siente protegida, amada y sustentada por ti? Cómo mujer, ¿respetas la autoridad de tu esposo? ¿Permites que él cumpla su papel de liderazgo y responsabilidad del hogar?