Juanchito, era un niño muy inteligente y curioso, le gustaba explorar y aprender cosas nuevas. De vez en cuando hacia travesuras y buscaba siempre la respuesta ante muchas dudas que iban apareciendo en su mente. Esta vez tenía algo que resolver y aún no encontraba la respuesta; se preguntaba una y otra vez ¿por qué debemos ir a la iglesia?
El fin de semana siguiente pudo ver a sus padres alistándose para ir a la iglesia como ya era costumbre, pero esta vez el plan era ir a la casa de los abuelos después de la reunión. Juanchito estaba inconforme con el plan de sus padres, pues le agradaba más ver a sus abuelos y prefería ir a visitarlos todo el día. Los abuelos consentían mucho a Juanchito y lo dejaban jugar con toda libertad en su casa y podía correr por los amplios pasillos sin que nadie se lo impidiera.
La idea de ir a la iglesia le parecía aburrida, pues aunque le gustaba orar prefería hacerlo en la casa, así mismo le parecía aburrido cantar las canciones de los adultos y no le gustaba estar quieto por un largo rato mientras se reunía con otros niños. Juanchito no les comentaba a sus padres lo que pensaba sobre la iglesia temiendo ser regañado por ellos. De manera que él hacia lo que ellos le decían.
Al salir de la iglesia se dirigieron a casa de los abuelos tal como había sido planeado. Juanchito estaba feliz porque se había terminado la reunión y ya seguía la parte divertida del día.
Al llegar a la casa de los abuelos, Juanchito corrió a saludarlos y a preguntarles si le habían guardado las galletas que tanto le gustan. No esperó mucho para empezar a jugar con el abuelo quien gustosamente le dedicaba todo su tiempo para pasar un buen rato con su nieto. Luego vino la calma y Juanchito le comentó al abuelo que no le gustaba ir a la iglesia y que se sentía aburrido. Le dijo que no entendía por qué todos los fines de semana debían asistir sin falta.
El abuelo lo miro y en su corazón le pidió a Dios que le diera mucha sabiduría para explicarle a su nieto por qué era importante asistir a la iglesia. Él le dijo que cada vez que tú vas a la iglesia vas a escuchar lo valioso y precioso que eres para Dios. A veces puedes sentir que estás desanimado porque vas mal en el colegio o porque algo no ha salido como querías o tal vez otros días te sientas muy animado de ir a la iglesia porque estás feliz. Sin importar si estamos tristes o estamos desanimados, Dios quiere que aquellos que creemos en él nos mantengamos juntos como una familia.
Al Señor le gusta reunir a sus hijos en la iglesia para que se animen unos a otros y para animarnos el mismo a través del mensaje. En cada reunión el Señor Jesucristo nos habla a través de todas las cosas que se hacen en la iglesia, por ejemplo: Él nos habla con las canciones que le cantamos, nos habla con los testimonios de las personas que cuentan cómo Dios les ha ayudado en momentos de dificultad, nos habla en la prédica a los adultos y a los niños les habla en su pequeña reunión. También podemos comunicarnos con Él cuando oramos y le pedimos que nos ayude en todas las cosas.
Juanchito iba comprendiendo la necesidad de ir a la iglesia, pero aun sentía ese como un plan aburrido. El abuelo muy sabiamente fue dirigiendo al niño a descubrir el verdadero sentido de ir a la iglesia, y le preguntó: ¿Tú amas a papá y a mamá? Claro que si le contestó Juanchito. Si solo tuvieras los fines de semana para reunirte con ellos, ¿cambiarías esa cita por ir a jugar, a comer o hacer algo divertido con tus amigos? Nunca respondió su nieto. Ahora te hago unas preguntas, ¿Tú amas a Dios?, ¿Estás agradecido con Él porque tienes una familia que amas y disfrutas de ellos todos los días? Si de verdad amas a Dios y estás agradecido con Él tienes que demostrarlo buscándolo, anhelando pasar tiempo con Él y deseando oír lo que tiene para decirte.
Por eso vamos a la iglesia frecuentemente, porque creemos que existe un Dios verdadero y que nos ama y está pendiente de nosotros. Por eso no nos aburrimos en la iglesia, porque lo amamos y estamos muy agradecidos con Él.
Si no quieres aburrirte más en la iglesia, tienes que comenzar a amar a aquel que es el motivo principal de la reunión, a Jesucristo. Él ya hizo su parte, él tuvo que entregar su vida en una cruz y sufrir mucho derramó con dolor hasta la última gota de su sangre mientras era azotado y se burlaban de Él. ¿Sabes por qué se dejó hacer esas cosas tan aburridas y dolorosas? Por amor a nosotros, porque ese castigo lo merecíamos cada uno de nosotros incluyéndote a ti, pero Él tomo nuestro lugar en el castigo para que pudiéramos disfrutar de su presencia. Por esto vamos a la iglesia, para corresponder un poco el inmenso amor que Él nos ha dado y para agradecer por todo lo que nos ha dado; sobre todo por el sacrificio tan grande que hizo para salvarnos.
Juanchito con lágrimas en sus ojos y una sonrisa de felicidad agradeció a su abuelo y le dijo que ahora estaría mucho más feliz de ir a la iglesia pues sabía que esa era una cita con Jesús.