Lo mismo sucede con nosotros cuando no nos perdonamos día a día, o cuando guardamos rencores o sufrimientos. Muchas veces nosotros mismos no nos perdonamos errores y decidimos cargarlos en silencio, haciendo cada vez más difícil la tarea de arrancarlos de nuestras vidas.
Pero no acumules más hojas de tu vida, decide hoy arrancarlas de ti y ser libre, pues para eso fuiste hecho, no acumules tus penas y entrégaselas a Jesucristo quien ya pago por todas y por cada una de ellas en la cruz. Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y su llaga fuimos nosotros curados y restaurados (ISAIAS 53-5). Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna.
Texto tomado de vitaminas diarias para el Espíritu.